Soy el silbo agreste de algún cardenal
La Luna labriega que sale a alumbrar
Soy el monte virgen que esperando está
La mano del hombre que lo vuelva pan
Soy el golpe seco, del hacha al caer
Que vibra y se cimbra después de morder
Soy la curuvica del tronco vencido
Y la sal vertida del sudor perdido
Si no me conoces, te invito a venir
Y verás que nunca me habrás de olvidar
Te quemará el Sol, te golpeará el norte
¡Sabrás entonces, soy chaco nomás!
Soy la blanca espuma, del algodonal
Y el viento norte que lo ha de peinar
Soy triste picada bajo el Sol ardiente
Por donde la iguana sale a corretear
Soy duende siestero, de algún cachapé
Que hoy duerme su sueño de no trajinar
Porque ya cansado de arrastrar su tronco
Buscó la planchada para descansar